Caminas por el puente del parque a solas.
La luna llena y la luz de las farolas iluminan tus pasos,
Elegantes como un tango en un salón de Argentina.
Yo en ninguna parte.
Pensando en esas suaves manos que nunca sostuve entre las
mías.
Enamorado de esas uñas con esmalte desgastado y casi roído
por completo.
En otra noche de escalofríos.
En otra noche de duelo con la razón.
Se ha picado la muela de mi vida y se ha vuelto sensible a
cualquier tacto.
Esta noche duele todo,
Da igual lo que acerques a mí,
Pues hasta el detalle más absurdo podré sentirlo el doble.
Pero nunca la traigas a ella.
Si lo haces seré capaz de detener el mundo para que siga
siendo de noche siempre,
De matar al tiempo de vejez,
De arrancar el cielo de un pellizco
O de volverme cactus con los
granitos de mi piel eriza.
No la traigas
Si lo haces romperás la realidad
tal y como es,
Tal y como la conozco.
Porque aquella mujer que pienso no
existe,
Porque el mundo no es más que un
lienzo
Sobre el que dibujar nuestras cre(quer)encias.
Y yo te hice a ti
Con el pincel de mis deseos
Y mi soledad como pintura.
Te hice a ti,
Perfecto ser inexistente,
Con los colores de mi desilusión
Y el carácter de lo que nunca he
conocido.
Nunca te hagas realidad
Pues no podrías sino hacer vano
todo aquello que sufrí,
Pues mi camino no fue más que un
aprendizaje de tu inexistencia
De que no eres más que un concepto,
Un dibujo más del lienzo.
Un hermoso grafiti de un camino de
emociones sinceras,
Pintado sobre una fría pared
Sobre la que choqué mil veces por considerarte
realidad.
Mr. Wolf
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